"Cuando en 1334 Margarita Maulstasch, duquesa del Tirol, cercó el castillo de Hochosterwitz en la provincia de Carintia, sabía muy bien que la fortaleza, situada en una roca increíblemente escarpada que se elevaba sobre todo el valle, era inexpugnable a un ataque directo y que se rendiría tan sólo a un prolongado sitio. Llegó un momento en el que la situación de los defensores se hizo crítica: no les quedaban más víveres que un buey y un par de sacos de cebada. La situación de Margarita se estaba convirtiendo en igualmente apremiante, si bien por razones distintas: sus tropas comenzaban a indisciplinarse, el sitio no parecía vislumbrar un fin y tenía también urgentes asuntos militares en otros puntos. En tal situación, el comandante del castillo decidió una acción a la desesperada, que debió aparecer como una locura a ojos de sus hombres: hizo sacrificar al último buey que les quedaba, rellenó su cavidad abdominal con la cebada restante y ordenó arrojar el cuerpo del animal, monte abajo, hasta un prado situado frente al campamento enemigo. Tras recibir este despectivo mensaje, la duquesa, presa del desánimo, abandonó el sitio de la fortaleza y partió con sus tropas".
Aquest representa un magnífic exemple de com, fent servir una solució basada en una lògica no ordinària (a pocs de nosaltres se'ns hagués ocorregut actuar així), s'obté un resultat sorprenentment positiu. I és que si les coses no funcionen, aplicant sempre les mateixes solucions, no cal esperar resultats diferents. Fer "més del mateix", només porta a la persistència de la situació. Parafrasejant a Einstein: "bogeria és fer el mateix una vegada i una altra i esperar resultats diferents".
T.S.
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